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Foto de cuando estaba en Noveno 🙈🤭 |
Desde mis tiernos 12 años, el mundo del porno se abrió ante mí, y si tengo que elegir, el lésbico siempre ha sido mi debilidad. Pero lo que les voy a contar sucedió cuando tenía 15 y estaba en noveno grado. Para ese entonces, no era un secreto mi costumbre de tocar a mis compañeros (si quieren saber más, mis relatos anteriores lo explican), y tenía dos compañeras cercanas con las que a veces compartía mis descubrimientos o simplemente ellas me preguntaban si habia visto algo interesante.
Unos días antes, una nueva escena me había impactado por completo. Estaba obsesionada con ella, con su imagen en mi mente que no podía dejar de masturbarme solo con el recuerdo. Era de una chica blanca rodeada por cinco hombres negros; esas barras de chocolate se veían deliciosas, duras, gruesas y enormes. Incluso ahora, al recordarlo, siento el deseo de tener una de esas barras dentro de mí, dándome como me gusta. Lo que realmente me tenía con las hormonas alborotadas era la expresión de placer desenfrenado en su rostro, con una doble penetración (anal y vaginal), otra en la boca y las dos restantes en sus manos. Cada vez que me tocaba, fantaseaba con ser ella, porque ya saben, me fascina estar rodeada de vergas, y si son grandes, ¡mucho mejor! La forma en que se devoraba esas barras de chocolates, como las saboreaba desde los huevos hasta la cabeza, cómo entraban en su vagina y la abrían por completo, tengo que admitir que me provocaba una gran envidia. Recorría mi mano por mi cuerpo, acariciaba mis pechos, imaginando y deseando esas vergas sobre mí. ¡Solo de acordarme ya se me antoja un gangbang que me deje temblando!
Fueron de esas veces en que llegué a masturbarme unas 20 veces en un solo día, y cada orgasmo era mejor que el anterior. Andaba tan excitada que incluso en clases, al recordarlo y tocar a mis compañeros, me mojaba. Mi libido estaba por las nubes que tuve varios orgasmos durante las clases. Recuerdo cómo sufría, pero a la vez era tan excitante no poder soltar un gemido, no poder mostrar mi cara de placer. Lo que más me encendía era recordar que al final del video, los hombres acababan en su cara, un torrente blanco que cubria y recorría su piel. Ya conocen mi delirio con ver la lechita; me encanta ver el pene convulsionando, liberando su carga, es algo que me excita al punto de tener orgasmos solo con presenciarlo. Y ella quedó tan empapada de lechita por todo su cuerpo que ahora puedo confirmar que no solo se ve rico, sino que también es delicioso. Creo que esa abundancia de lechita y esas enormes barras de chocolates era lo que me tenía tan desquiciada con esa porno, tanto que sentía la necesidad de contárselo a alguien, que para mi habia sido tan rico y morboso. Pensé en mis amigas, pero no se había presentado el momento oportuno en el colegio… hasta que la oportunidad llegó.
Como estábamos en noveno, estábamos preparando un acto de despedida. A cada uno se le había asignado una participación, y a mí me tocó con ellas dos. En medio de todo el caos que implicaba la organización, nosotras tres estábamos sentadas en una banca, solas. Pensé que era el momento perfecto para aprovechar la situación (siempre de pervertida). No recuerdo cómo comenzó la conversación, pero lo más seguro es que fui yo quien inició hablando de cosas morbosas. Empecé a relatarles con lujo de detalles de qué trataba el porno que me tenía tan fuera de sí, describiendo cada erección, cada gemido que habia visto. Yo, emocionadísima, gesticulaba con las manos el tamaño y el grosor imponente que calculaba de esos miembros que tanto aun deseo sentir, envidiando a la protagonista. Estábamos las tres sentadas en línea en la banca cuando de repente escuché una voz detrás de mí.
"Ujummm, señoritas," dijo nuestro orientador. En ese instante, quise que la tierra me tragara. Mis compañeras dicen que me puse roja y luego pálida. La verdad, no sé si escuchó algo o si vio mis ademanes, porque no me dijo nada de nada al respecto, solo nos mandó a hacer otra cosa. Después de semejante oso, no podía ni verlo a la cara. Pero cuando llegué a casa y con la excitación que aún persistía por la porno, me puse a pensar si realmente había escuchado algo y, de ser así, qué perversos pensamientos le habrían cruzado por la mente sobre mi.
Creo que él ya estaba al tanto de mi costumbre de tocar a mis compañeros, sin contar que era un poco coqueta, usaba la falda del uniforme corta y coqueteaba (de enseñar mis piernas o el boton del escote un poco abajo) incluso con otros profesores cuando no hacia las tareas pero la idea de que esto le hubiera generado un morbo oscuro, una curiosidad latente, me excitó aún más. Siempre he disfrutado ser una calienta huevos; me encanta provocar, encender la llama en los ojos de los hombres, y ese juego lo disfrutaba mas especialmente en ese tiempo. Tenía claro que no quería tener sexo, pero el morbo de excitar a mis compañeros era suficiente para masturbarme. Así que ese día, me masturbé super rico pensando en que tal vez, solo tal vez, le había provocado un morbo que no podria ignorar.
Espero le haya gustado el relatos tanto como q mi recordárlo, recuerden que pueden seguirnos en nuestras redes sociales .
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